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viernes, 29 de julio de 2016

UN VIAJE ALUCINANTE. Por Matías Misiego.



Ironman. Solo por el nombre pudiera parecer que después de terminar una prueba así vas a tener un mensaje en el contestador de Nick Furia diciéndote que Los Vengadores tienen movida con unos alienígenas y que si te puedes pasar a echarles una mano. Imagínate ahí, codo con codo repartiendo mamporros con Scarlett Johansson. De momento. :-)
Bueno, pues todo esto empezó como empezaron muchas de las grandes aventuras que el Homo Sapiens ha llevado a cabo a lo largo de la historia … con un: “No hay huevos a …”, en este caso vía Whatsapp en el grupo que comparto con amigos del Club Triatlón Ironness, club pepinero, pequeño, modesto e inolvidable, formado por grandes triatletas y mejores personas.
Como buenos toretes, fue ver el señuelo y varios de nosotros, los más descerebrados, entramos al trapo sin dudarlo mucho. Fácil inscribirse, vía Internet, anónimamente, … las dudas, reconcomes y deshojes de margarita vendrían más adelante. :-)
Ale hecho. Ahora tocaba la parte más dura de un IM. Entrenarlo. No ha sido fácil, la verdad. Prepararse una prueba de este tipo y cuadrar tantas horas de entreno con trabajo, pareja, peque, y el resto de actividades de la vida cotidiana no es de recibo. Yo en mi caso lo he tenido algo más fácil, gracias a Víctor González y Marina Posada, mis entrenadores desde que entre a formar parte del Triatlón Pisuerga, que me han llevado los entrenos durante todos estos meses de preparación y me han apoyado en todo lo que estaba en su mano. Gracias Víctor!! Gracias Marina!! … este éxito es tan mío como vuestro … lo dimos todo por un sueño ;)
Sin duda, la parte más dura fueron los últimos dos meses, sobre todo los fines de semana, cuando en vez de quedarte en la cama con la family y desayunar tranquilamente, tocaba despertarse a las 6 am. y empezar a dar pedales a las 7 am. hasta la hora de comer. Aunque también es cierto que es mucha la motivación que tienes cuando ya estás metido en el berenjenal y eso también ayuda a superar estos días tan largos. Muchos de ellos tocaba tirar de casta como dice mi buen amigo Toñete, para estar a la altura luego con la familia y el resto de responsabilidades. Bruno de momento no sabe de IMs y le daba igual que llegaras fundido a casa.
Y desde luego, también se hace más fácil si puedes compartir parte de algunos de esos entrenos con otr@s compañer@s tripis. Un trocito de la presea de finisher también es vuestro.
Bueno, el caso es que te plantas a una semana vista del objetivo de la temporada y siguiendo el guion estándar debería haberla pasado temblando como un flan de esos que tanto le gustan a Nacho Muñoz. Pues sorprendentemente no. No hubo nervios, ni comeduras de tarro ni nada por el estilo. Estuve tranquilo, aprovechando mucho los días de descanso, comiendo bien y sabiendo que había hecho cuanto estaba en mi mano para llegar preparado al día D.
Llegamos al día D-1, sábado, y salí a eso de las 12:00 después de ultimar todos los detalles. Besos para Leti y Bruno (al próximo IM, porque seguro que hay un próximo aunque no sé cuándo, ellos no faltaran … es una experiencia que merece la pena compartir con los que más quieres) y nos ponemos en marcha. El viaje a Vitoria se me hizo muy corto, poco más de dos horas y sobre las 14:30 ya estaba compartiendo mesa y mantel, y comentando la jugada con el resto de espartanos.
La tarde estuvo bastante atareada, entre registro y recogida de dorsal en Vitoria, y luego llevar la cabra a Landa (a unos 20 km) donde se situaba la T1, no tuvimos tiempo para mucho más. No se me puede pasar agradecer a Nacho Tome “El sabio de Pisuerga” (como pilota el tío de cualquier tema relacionado con el triatlón) las pedazo de ruedas que me presto para el IM y a Diego Rodríguez el “mejillón espacial” que también me dejo para el evento. Factores clave para bajar de las 6h en bici y poder disfrutar del recorrido y del bocata de tortilla de francesa que me preparó mi madre para la excursión.
La organización del IM de 10, hay que decirlo. Entre half y full, seriamos unos 2000 y no tiene que ser fácil dar el servicio adecuado a tanta gente.
La, en teoría, fatídica noche del sábado al domingo no lo fue tanto. La verdad es que iba mentalizado para no dormir nada y sin embargo sí que pude descansar bien unas 5 horitas hasta que toco diana a las 4:45 am. Hubo un momento angustioso justo antes de irnos a dormir cuando David Abanades y yo fuimos al apartamento de nuestro camello de confianza José Manuel Arpa “El boss” a pedirle unas pastillicas para pasar la noche. Ante la negativa por respuesta que obtuvimos ambos tragamos saliva como pudimos y regresamos con el rabo entre las piernas a nuestros cubiles dispuestos a entretenernos con la tele tienda hasta que sonase el reloj de cuco que teníamos en el apartamento.
Y llego el día D. Madrugón. De la noche anterior teníamos casi todo preparado. Solo nos faltaban las viandas para el camino, el bocata de tortilla francesa de mi madre, sándwiches de Nutella y pavo, plátanos, barritas de varios tipos y sabores y algún que otro gel por si acaso llegaba Messie Mazo. Todo listo y ale a uno de los buses que ponía la organización para llegar al pantano de Landa donde se hacia la natación.
La salida del full estaba prevista para las 8:25 de la mañana, pero ese día se levantó niebla y no pudimos empezar hasta las 9. Lo de la niebla le dio un encanto especial al segmento de natación.
Total, que ahí estábamos, a unos pocos segundos de empezar la aventura con solo dos pensamientos en la cabeza: la legendaria batalla entre Gandalf El Gris (usease servidor) y el Balrog (usease la kilometrada que nos íbamos a pegar en las siguientes 11, 12, 13 ,14 horas?) y el hacerme el más ferviente defensor del cholismo ilustrado (partido a partido, kilómetro a kilómetro, guarda guarda guarda por lo que pueda venir…).
Metidos en harina, la natación cómoda, en 32′ la primera vuelta y en la segunda algo más relajado viendo que la cosa iba bien para un total de 1h08′. Salí fresco cual núcula y transición a bici. Me lo tomo con calma. Vamos que me falto pedir un café solo y un croissant plancha a alguno de la organización. El objetivo era terminar y disfrutar de la prueba.
Bici disfrutando del recorrido, que llano llano no era. Nos hizo bastante calor y algo de aire. Algo menos de 6h, 5h56′ y pensando va bien, va bien la cosa.
En la T2 me di algo más de vidilla, no me hubiese dado tiempo a tomarme otro café solo, total tampoco era mucho lo que había que hacer. Gorra, zapas y a al trote cochinillo.
La carrera, ay! la carrera … hasta el km 15 digamos, fui bien, las sensaciones no eran malas. Pero a partir de ahí, todo se redujo a supervivencia pura y dura, y a un constante dialogo interior entre no voy, no voy, no puedo más … y venga, venga, venga, que no queda tanto y has entrenado mucho para esto. Y eso que tampoco es que nos hiciera mucho calor. El recorrido era bastante sombrío, avituallamientos bien surtidos cada 2’5 kms, piscinas de agua para refrescarse (que nos salvaron la vida a tod@s) e incluso a última hora de la tarde yo pase algo de fresco, no sé si por la temperatura en sí o por el cansancio ya acumulado.
Total, que fueron pasando los kilómetros y al final me junte con un paisano del Triatlón Cuellar, Dani Fernández, y juntos hicimos andandico el ultimo kilometro aprox. de la prueba.
Los disfruté, a pesar del agotamiento, como no he disfrutado ninguna prueba en mi vida. Jamás se me olvidara la imagen de entrada a meta, los últimos 200 m. toda la gente animando y en la cabeza y en el corazón, agolpados tantos y tantos entrenos, tantas dificultades superadas, todas esas dudas durante todos estos meses …
Crucé la meta con lágrimas en los ojos y no sin antes abrazarme con los amigos Ironness que ya estaban por allí esperándonos a los que faltábamos.
12h 07′ en total, para culminar lo que hace apenas 8-9 meses parecía un reto inalcanzable.
Y quedaba lo mejor … el post-partido. :-)
To be continued… :-)

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