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jueves, 22 de mayo de 2014

IM LANZAROTE 2014, por Fernando Alonso.

“Muéstrame un hombre satisfecho y te mostraré a un hombre fracasado” (Thomas A. Edison).

A un mes vista de la celebración del pasado Ironman (IM) de Lanzarote, la prueba fetiche por la que hacía año y medio me enrolé en esto del triatlón, se presentaba ya no como un reto imposible, sino como una estupenda oportunidad de disfrutar de este maravilloso deporte, con un circuito espectacular y una organización inmaculada. Atrás quedaban los miedos e incertidumbres de lo desconocido, del ‘llegaré?’,  del ‘seré capaz?’, pues con 4 medios y el IM de  Huelva en octubre pasado a mis espaldas, pensaba que ya sólo quedaba el tratar de bajar de las 12 h, incluso 11 h si Eolo se ponía de nuestra parte y los astros se alineaban.
Una planificación mucho más exhaustiva en bici gracias a Dani ‘Falcon’ (muchas, muchas gracias por ello, y por tus desvelos y empeños para que este año pastorease una cabra J), entrenos compartidos estos últimos meses con los Carlos Merino, Guille, Iván David, Víctor L. y compañía, que me hacían mejorar a base de sudor, sangre (literal) y lágrimas, hacían mirar con cierto optimismo al que dicen ser la prueba del circuito IM más dura del mundo.
Pero, circunstancias de la vida quisieron que, todo lo que no me había pasado en este tiempo, se concentrase ese último mes de preparación. De este modo enlacé tendinitis rotuliana en rodilla derecha, tendinitis en el tensor de la fascia lata de la izquierda y para rematarlo, un esguince en la pierna izquierda a 2 semanas del comienzo. No daba crédito. Me planteé muy seriamente no acudir, y aplazar lo que para mí había venido siendo la búsqueda de mi El Dorado los últimos tiempos.
No obstante, tuve la fortuna de encontrarme en este camino con el Dr. Capa y su equipo del CEREMEDE. Una tras otra, con paciencia y apoyo, fue solucionando/aliviando los problemas, y dándome confianza para por lo menos tomar la salida y afrontar la prueba. Gracias mil, Santiago, por todo. Junto a Tamara, mi fisio, obraron el milagro.
A todo esto, mis compañeros de equipo en Lanzarote llegaban con perspectivas dispares: Víctor a tope, con ilusión compartida por todos de poder ganar plaza por segunda vez a Hawaii, y Muci, como yo, tocado físicamente, con dudas pero también con muchas ganas de afrontar la prueba. Dicen que mal de muchos, consuelo de tontos, pero estar juntos ante la adversidad une.
El día de la prueba, más de 2250 participantes de 61 nacionalidades, nos presentamos a las 7 am en los arcos de salida de la natación. Verme inmerso en medio de aquella marabunta devolvía a mi cabeza aquellos pensamientos ya olvidados de si ‘¿llegaré?’. No hubo mucho más tiempo para pensar, una vez se dio la salida, el instinto juega su papel en búsqueda de algún espacio para entrar en el agua, y el único objetivo es avanzar recibiendo los menos golpes posibles. De pronto me vi junto a la corchera, y ante la imposibilidad de avanzar, no tuve más remedio que por momentos tratar de continuar desde el otro lado de la misma. Estos cambios, por lo menos media docena de veces debido a que en ninguna de las dos ubicaciones había espacio físico, me provocaron cortes en pies, manos y neopreno. Pese a todo, primer paso a los 1900 en 33 min. Los siguientes 1900, incomprensiblemente siguieron llenos de golpes y de parones. De vez en cuando, como si se cerrase un semáforo, te topabas con un muro infranqueable con ‘choques’ en cadena. Esta dinámica provocó que en ningún momento fuese forzado, primaba la integridad y salir del desconcierto. Pero por ello, y quizás por cierta relajación tras el shock inicial, hice mucho más lento este segundo paso, para acabar en 1 h 13’.
Transición larga de cerca de 9 min (en mi descargo ‘parcial’, decir que los box eran muyyyy largos), con el único ‘pero’ que tuvo la organización: no pusieron cubos de agua en la carpa para limpiarse la arena de los pies.
Comenzaba lo bueno. Bici con un recorrido espectacular y  2.600 metros acumulados positivos (=etapa de montaña de gran vuelta), con el apoyo a nuestro paso por las diferentes localidades de los lanzaroteños, y por mucho público en los puntos calientes del día (miradores de Haría y del Río) la sensaciones eran indescriptibles. No sé lo que sentirán los corredores del Tour subiendo Alpe D’Huez, pero seguro que muy parecido a lo que vivimos en alguna de las cunetas en estas subidas.
Sopló el viento. No sé si más o menos que otras veces, pues es mi primer Lanzarote, pero sí puedo transmitir las dificultades que por momentos tenía para mantenerme bien en la bici, sobretodo cuando entraba de costado. Algún accidente presencié por este motivo. Sin duda hubiese preferido más calor en este sector, pero menos aire J (inversamente relacionados), habida cuenta de que en torno a 10 avituallamientos nos esperaban bien dispuestos, junto con diferentes puntos fijos y móviles de asistencia mecánica. El que el viento girase provocó que ese balance pretendido entre lo que te da y lo que te quita se descompensase, pero cierto es que todos estábamos igual.  Lejos del objetivo en ritmo de 30 Km/h de media, me dejé llevar los últimos 20 para guardar algo de fuerzas. Hasta este momento no sentía ninguna molestia.
Transición larga, muy larga de 11 min. Había perdido el dorsal por el viento, y con todos los achaques con los que llegaba debía protegerme bien con cincha, rodillera,…
Comienzo a correr, y tengo buenas sensaciones. 4’ 30’’- 4’45’’. Las semanas previas no había podido más que probar un par de días a trotar/correr, y no más de 30’. Pero, en el kilómetro 3 se acabó lo que se daba. Empiezo a sentir dolor en la rodilla izquierda. Llevaba antiinflamatorios, y no dudo en tomarme uno. Había avituallamientos cada 2 km, con lo que la deshidratación no sería un problema. El ritmo empieza a decaer, y ya al paso por el kilómetro 8 me voy a los 5’ 30’’ de media. No puedo alargar zancada, todo lo que sea levantar la rodilla izquierda es muy doloroso. La acorto y trato de meter cadencia. Y aquí el cansancio de la bici sale a relucir. El paso por kilómetro se dispara. Nunca, nunca había corrido así. Me planteo el retirarme pero el apoyo y presencia de mis padres (Gracias por estar allí!!) , de Patricia y resto de familiares y amigos en la lejanía, junto a la familia Tripi desplazada (Ferreras, R, Gonzalo) hacen que continúe.
Cada vez que me cruzo con Víctor y Muci, es un nuevo espaldarazo para seguir. Al ‘crack’ no le veo con ritmo, lejos de lo que creí que era cabeza de carrera, pero el tío saca siempre una sonrisa y transmite con ella un ejemplo. Hay que terminar! A Muci le veía disfrutar. De veras que pocos llevaban esa cara de felicidad, que parece que sólo se te activa a 2 km de la meta. Transmitía mucha fuerza.
Los 2 km próximos a la meta (4 en total por ser punto de giro)  están atestados de gente, a ambos lados de la valla. Animan, gritan, empujan como no os podéis imaginar.
Sí puedo decir que pese al dolor no paré nunca salvo para beber en los avituallamientos. Tampoco anduve salvo en esos momentos de hidratación. Me había prometido que si lo terminaba tenía que ser corriendo la maratón íntegra, y así lo hice.
Los últimos 10 Km, y tras un segundo antiinflamantorio, los hago de un tirón sin parar a beber. Estaba supermineralizado y superhidratado ya... en fin, no me cabía ni una gota más.
Veo a mi madre, me emociono. Mi padre está en meta para sacarme la foto de entrada. El dolor, la fatiga, la alegría inmensa de llegar, hacen que se me salten las lágrimas. Nos fundimos en un inmenso abrazo. Me hubiese gustado entrar con los dos, así como con Patricia. Sin duda, lo hicimos de alguna manera.
4h 29’, una 1 h más de lo que en condiciones normales tendría que haber hecho. Pero, ¿qué son condiciones normales en un IM?
Total 12 h 49’.

Finalizada la prueba, y tras varios minutos de desconcierto entre que recibes la medalla, entregas el chip,… el dolor se acentúa y no puedo andar. Directo a una camilla, 2 ‘ángeles’ tratan de recomponer el desaguisado que me he provocado durante casi 40 min de masaje. ¡Gracias de veras como quiera que os llamaseis! Afortunadamente no necesito más ayuda para recoger las cosas y  dejar los boxes, que un poco de paciencia para acompañarme al paso, pues la pierna izquierda y con la inflamación en su punto álgido, sólo podía arrastrarla.
Mi enhorabuena a Ruth Varona que se clasificó 2ª en su categoría y consiguió plaza para Hawaii.
Por último no quería despedir esta entrada en el blog, sin dar las gracias a la familia Tripi por todo su apoyo. Sin vosotros nada de esto hubiera sido posible. Especial recuerdo a mis compañeros ‘Frickyatletas’. Por cuestiones de calendario y horarios, este año no hemos coincidido de momento en carreras y apenas entrenando juntos, pero ese ambiente inolvidable de Huelva hay que mantenerlo vivo. Sergio, eres un amigo y un gran coach  ;-). Luis Ángel, tus consejos, canela pura. Mauri, ¿te espero en Conzumel?
Gracias también al PST’14 , ellos saben muy bien quienes son.
El próximo mes de julio me traslado a León, pero seguiré dándoos guerra los fines de semana y algún jueves.  
Un abrazo y nos vemos en las carreteras, ¡¡siempre de rosa!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Magnífico relato que, sin duda, se queda corto en comparación con la gesta que describe.
Impresionante la prueba, pero aún más (si cabe) considerando los problemillas físicos que padeciste en el "antes" y en el "durante".
Mi más sincera enhorabuena campeón!!
Cuenca.

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